- Volcar en una sartén (si es posible gordita) el azúcar y el agua.
- Hacer un caramelo a fuego bajo. Que vaya tomando color muy suavemente.
- Cuando empiecen las primeras burbujas suaves, agregar los frutos secos que hayan elegido. Almendras, maní, nueces, nueces pecan, castañas, avellanas, pistacho. Hasta incluso pueden ser semillas tipo girasol.
- Agregar la pizca de sal y sin dejar de mover, esperar a que se cristalice el azúcar. Se va a volver a poner blanca pero grumosa. Si esto no pasa, en vez de seguir intentándolo en el fuego. Lo sacas a un lado mientras seguís revolviendo, esto baja la temperatura y ahí se cristaliza más rápido y sin quemarlas.
- Volver al fuego y ahora esperar (sin dejar de mezclar, no me voy a cansar de repetirlo) a que se ponga de un color más garrapiñado en vez de blanco.
- En los últimos segundos agregar la vainilla y la manteca. Van a ver que las garrapiñadas se ponen bien brillosas y hermosas y la esencia va a largar un humillo y un olor irresistible. La manteca igual es opcional. Pueden no ponerla.
- Pasar las garrapiñadas a una mesada limpia o una placa de silicona hasta que se enfríen un poquito y las puedas ir separando.
- Listas para comer tibias (muchísimo más ricas) o frías.
* Si quieren hacer más cantidad, tengan en cuenta que es misma cantidad de frutos secos que se azúcar y la mitad de agua.